El número de quebrantahuesos fue elevado e incluso aparecían de tres en tres o por parejas. Sin embargo a pesar del maravilloso día soleado, o quizás por ello, pasarón lejos y elevados en altura, salvo el ejemplar de las fotos y que pillé por los pelos.
Me sorprendió la ubicación del pueblo de Escuaín (no se bien si es con o sin tilde) casi al borde del precipicio, muy aislado de todo. También me comentó un maño muy amable como se comunicaban desde unas rocas que se encuentran al borde de la estrecha garganta, los habitantes de Escuain y los de Revilla, sino recuerdo mal, a grito pelado, denominandolas las rocas de telefónica. Se entiende perfectamente pues el rodeo para bajar al valle o acercarse de un pueblo a otro puede ser de horas si vas a pie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario